La revista ‘Scientific Reports’, del grupo Nature, acaba de publicar el método de evaluación de seguridad para testar perfluorocarbonados liquidos (PFO) y otros productos sanitarios de uso intraocular, desarrollado por el equipo del IOBA de la Universidad de Valladolid. Este método es fruto de muchos meses de investigación para intentar arrojar luz sobre los casi 130 casos de pacientes afectados por estas sustancias a lo largo de tres años.
Es, por el momento, la última publicación científica de la línea de investigación que se abrió en el IOBA a finales de 2015 con el propósito de aclarar las causas de cuadros agudos y extraordinariamente graves de toxicidad tras cirugía intraocular y, por qué no decirlo, para dejar claro que esta dramática situación no había sido generada por un mal uso de los PFO por parte de los cirujanos.
No ha sido un trabajo fácil, pero, a estas alturas, creo que se ha demostrado, hasta la saciedad, que el problema ha radicado en una combinación de malos productos, elaborados sin las debidas garantías de calidad, y una legislación basada nada menos que en las normas ISO, pero tan inconcretas que ha permitido que tests de citotoxicidad, que no sirven para detectar los lotes tóxicos, sean considerados como válidos por las autoridades sanitarias de los países de la Unión Europea.